ALFREDO GOBBI
Este 21 de mayo no fue la excepción. Otra vez, como aquel día del año 64, el olvido.
Alfredo Gobbi murió dándose una ducha de agua helada en un hotelucho del bajo por San Telmo, tras tocar en un piringundín de la calle San Martín.
Reconocido por sus pares, Troilo, Piazzolla y Rovira, pero sólo como un perro se despedía del mundo, el gran Gobbi.
Muerto de frío, de sueños rotos, de pena, Alfredo sigue muriendo cada día y, como todo el tiempo, la cosa pasa como si nada.
El mundo andaba, anda y andará siempre bien lejos de ese hotel y de esa muerte....una pena.
Sólo Centeya y Carlino levantaron su voz para denunciar esta terrible injusticia:
«¿De qué le valió a este singular elemento del tango, a este hombre vertical, a este devorado, su talento? Le valió para mal vivir y peor morir. Le valió para irse, dejándonos su última mirada de vidrio empañado, al pie de una sucia escalera de un mísero hotel (¡qué ni de cuarta!) compartido con ladrones y prostitutas».
Carlino le dijo adiós con pocas y elocuentes estrofas:
-Cuando se enteró
que le habían volteado el corazón,
no quiso más.
Se tomó el espiro,
y nos dejó de seña.
El gran Pichuco pagó los gastos y salvó al violín de la subasta y a todos nosotros de la vergüenza...
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