CARTA ABIERTA A MIRTA LEGRAND
Carta abierta a Mirtha Legrand
Es complicado escribirle algo a alguien que no existe, porque, en realidad, usted no se llama así. Su nombre es Rosa María Juana Martinez, mire que sencillo, cero alcurnia. Y así empezó mintiendo de chiquita, digamos desde o hasta el origen.
Aunque hay que reconocer su tenacidad ya que un día llegó al apellido francés. Si no es Legrand que sea Tinayre, ¿no?
No voy a hablar de su vida privada porque bastante ha sido bastardeada y no me gusta meterme en ámbitos que no me corresponde.
Creame que me costó mucho no decirle en la cara todo lo que pienso de usted y no lo hice, porque, en realidad, no es aconsejable pelearse con el pasado y usted que ya no es "Chiquita" entenderá que hace décadas ha dejado de existir para millones de argentinos.
Usted pertenece al "selecto grupo de argentinos" que apoyó a la dictadura genocida. Usted no sólo fue cómplice, sino también mentora y propagadora de su doctrina. Pero además, lo hizo teniendo plena conciencia de la totalidad de los hechos.
Tan conciente era, que fue a pedirle a Harguindeguy por su sobrina, quien finalmente, apareció (no así su compañero).
Pese a todo esto, usted siguió hablando de la campaña antiargentina en el exterior, sentó a la junta en su mesa y a cuanto funcionario retrogrado hubiera dando vueltas.
No tuvo que ver esto con el miedo o la censura que alegan otros. Usted militó la tortura, la desaparición forzada y el robo de bebés.
Con la vuelta de la democracia en el 83 hubo que reinventarse y la pasó mal. ¿Se acuerda cuando lloraba por los rincones que Alfonsín la había metido en una lista negra y por eso no la llamaban para trabajar? ¿Los radicales lo recuerdan?
Después, con el neoliberalismo volvió el brillo. ¿Se acuerda del riojano seductor? Inolvidable acto de amor, digno de una novela rosa, como su nombre..
Y bueno bancó al Turco y a Mingo hasta donde pudo, pero claro, después se vino el zurdaje.
Esa porción de la sociedad que le recuerda cada día y en cada momento, la cantidad de sangre que corrió por su mesaza.
Y usted redobló la apuesta. Le recuerdo algunas; Néstor no estaba en el cajón; el velorio y fuerza bruta (junto a su amiga de la embajada, excedida en kilos, alcohol y pastillas). La presidenta está mal de la cabeza, la ruta del dinero k, la demonización de la Cámpora y las organizaciones piqueteras, el ninguneo a los reclamos mapuches. La presencia diaria en su mesa de mentirosos seriales como la banda de Comodoro Py, entre otros. Pero la cosa no quedaría allí...
Antes de las PASO advirtió publicamente que nunca invitaría a Alberto Fernández a su programa, y ahí, jugó su ficha señora, una vez más.
No se haga problema, mire, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Paco Urondo, Roberto Santoro, Envar El Kadri, entre tantos, tampoco fueron a su programa y son bandera y ejemplo de millones de compañeros.
Mire que nos viene haciendo desaparecer desde hace años,¿No?
Pero el tema es que le molestó que yo no la hubiera saludado porque a usted todos la aman.
No, Rosa. A usted no la ama tanta gente. No se sorprenda. Usted ha dedicado su vida a mentir, odiar, negar y esconder.
Usted es todo pasado, un pasado que se empeña en tirar para atrás todo el tiempo y que de vez en cuando pesca a gente disconforme o desinformada y vuelve a hacer de las suyas. Pero el fuego no dura porque no alcanza la madera, ¿entiende?
Cómo el comerciante que estafa en un barrio. Llega un momento que no puede trabajar mas porque ya todos se avivaron y solo le queda intentar robar a algún pajuerano y eso es muy poco para alcanzar nuevos bríos.
Y bueno, Sra Martinez. En octubre, quizás, nos veamos de vuelta, y usted tranformará el acto eleccionario en una banalidad mas, de las tantas que dan forma a su larga vida.
Si anda con tiempo, ese día, venga antes y le explico en persona, porque no la saludo. O mejor se lo digo ahora...
Porque ni olvido, ni perdono.
Porque a mis compañeros los llevo en mi corazón para toda la eternidad.
Porque usted ha jugado con el hambre y la miseria de mi gente. En un país, que el 50% de los chicos son pobres, usted se junta a almorzar con los fabricantes de la miseria profunda. ¿Puede haber algo más perverso? Muchos creemos que no. Por eso jamás le daría mi mano. Mis padres me enseñaron que eso, no es un simple formalismo. Dar la mano es otra cosa en mi barrio. A lo mejor en Barracas sea lo mismo que en Villa Cañaz y a usted se le olvidó el día que se la dió a Massera. Qué Dios se apiade de su alma, señora de los almuerzos en el país del hambre...
PD: No diga más que daría la vida. Ustedes son incapaces de dar la vida por nada, ni por nadie. Ustedes sólo han sido asesinos o cómplices, en el mejor de los casos. No tiene ni idea de lo que significa jugarse la vida. Y además, la suya hace décadas que no vale nada.
Eduardo Torre
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