MI VIEJO Y EL MAR
Cuando era chico iba al mar con mi viejo y lo arengaba para lograr el objetivo de ir a lo hondo. El iba adelante y yo atrás. Para mi era como entrar a la pileta. No existía riesgo alguno porque el mar no era inconmensurable. Tenía un límite exacto y bien preciso: La espalda de Alfredo.
Desde la orilla hasta Torre era una pileta. Crecer fue ponerse a la par y mirar el horizonte desde el mismo lugar. Mientras él estuvo, me costaba pasar esa línea. No me parecía correcto.
Un verano, no estuvo más. Se fue joven. Me tocaba empezar a recorrer los 30 y el mar fue quizás donde más sentí su ausencia.
Siempre nos gustó ir al agua juntos y despatarrarnos con las olas. Nadábamos bien profundo hasta sentir las distintas corrientes en nuestros pies.
El tipo era un personaje...Un don Fulgencio del mar. Una vez, nos agarró un oleaje terrible. Ambos nadábamos muy bien pero esa tarde el mar nos revoleó para todos lados. Llegando a la costa nos hizo bolsa una ola y el mar le afanó la malla a Cacho.
Ese día estábamos con mi primo Sebastián y salimos del agua meándonos de risa, mientras, mi padre nos pedía que le lleváramos un toallón. En el medio del mar con el agua al cuello pretendía que le lleváramos la toalla hasta allí.
Mi primo y yo, nos partíamos de risa en la orilla y no podíamos ni pisar el mar, de las carcajadas.
La cara de todos viendo a dos pendejos llorando de risa hasta las lágrimas, cargando un toallón mar adentro merecía ser un cuadro pop de Andy Warhol.
Si la idea era no llamar la atención, la cosa no funcionó. Todo Mar del Plata vió salir del mar a Cacho con un toallón atado en la cintura como un Poseidon del conventillo de Don Nicola.
El tipo se bancó toda la tarde tirado en la arena envuelto con un trapo negro y blanco que tenía dibujado un velero.
Hoy volvía de la playa y había un viento infernal. Me di vuelta y el mar me preguntó por mí viejo. A lo lejos navegaba un velero blanco y negro. Le dije que hacía años no estaba más.
Se rió y se fue....Ah me olvidaba, linda malla!! Venís?
No, no traje toallón, me reí.
Saben que el mar tiene la misma voz que mi papá....?
EDUARDO TORRE
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