Polaco Goyeneche


 Me tomé el 70 en Montes de Oca y California. Saqué un boleto de 0,80 australes. El chofer, de camisa celeste y corbata azul, arrebató del monedero de chapa, con  dos golpes secos, las dos monedas de vuelto.   

Me bajé en Lavalle y Esmeralda y caminé hasta Corrientes. Crucé la 9 de julio y saqué la entrada.El cine era enorme y la marea de gente se movía sigilosa tratando de no hacer ruido.  Pasó el trailer de la película que se pondría en cartel  la semana siguiente y las publicidades correspondientes.

Dejo de circular el vendedor ambulante; se apagaron las luces; se descorrió el telón y una voz y un fueye comenzaron a sonar.

Marconi y su jaula, envueltos en niebla del riachuelo y papel picado, le daban el marco ideal para que el gigante de Savedra, Roberto "el Polaco" Goyeneche me cantara a mí, ese día. "San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo..." para toda la vida.

Floreal andaba y desandaba su ausencia y Susu brillaba en cada plano. Lito Cruz era el Negro o un fantasma o lo que llevamos en la larga bandera azul cada 24,  en la Plaza. 

Por ahí, en la mesa de los sueños, supe del proyecto SUR y de la heroica resistencia. Luego, me enteré de la producción a cargo del comandante Cacho.

También conocí a Zitarrosa y me anoticié de la huelga de los Mataderos. Fue justo cuando un tartamudo y su mujer, me enseñaron que los pobres, lo único que teníamos era decir que no. 

Sin embargo, todo el tiempo yo esperaba que apareciera él. Que dijera un par de líneas o que cantara algo. Mejor dicho, que me cantará algo.

Y en el medio de la historia, se paró en la esquina del viejo bar Sur, justo enfrente de la estación Yrigoyen, y desde el corazón de mi barrio, Barracas, me enseñó que no se le puede perdonar jamás a Pichuco que se haya ido y que cuando un cantor dice: "Lastima, Bandoneón" hay que callarse porque está por volverse a escribir la página más maravillosa de la historia, en el aire. 

Hoy, digo que a vos tampoco te puedo perdonar que te hayas ido, Polaco. Como podría? Si ese pibe de 15 años que volvió a su casa en el bondi, era otro. Andá a saber que habrá sido de mi, Roberto. Andá a saber.


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