Chau, Venpir
En un pais donde más del 70% de los niños son pobres, no va quedando lugar para juguetes.
Cuando era gurí, mis viejos cerraban la panadería, se subían a la Ford Ranchero y rajaban para Venpir.
Mími, siempre los esperaba fuera de hora para que ellos pudieran convertirse en reyes magos o Papá Noel por un día.
Cuando había que regalar algo a un amigo, Chela tiraba la pregunta mágica: "y para un nene de 10 años, que podría ser?
Y ahí, Mimí venía con todo el arsenal y una pila de consejos que tenían que ver con el conocimiento del pibe en cuestión. Se trata de un gurka, un pibe tranquilo de tele y lectura, un deportista en potencia? Y ahí, tras media hora de terapia, se resolvía la cuestión.
Si había dudas, nuestra vendedora freudiana cerraba la cesión con un notable: "Llevale este, le va a gustar y vas a quedar bien". Punto para Venpir y para mi que quería rajar.
Hoy, el payaso a muerto. Una persiana baja y una carta de despedida sentencian la suerte de una juguetería, de un barrio o debo decir de un país?
La gran vía del sur despide, entonces, a un sueño que tiene gusto a infancia que no puede ser.
"Don, me compra un yogurth o un paquete de algo para comer?", me dijo recién un chico que no llegaba a los cinco años en la puerta de un supermercado de esos que te conocen.
Entré y le dije a un repositor: "Qué me recomendas para un pibe de 5 años que tiene hambre?".
El tipo no entendía nada, pobre. Me di media vuelta y agarré un paquete de Pepitos. Se lo dí como en la juguetera te daban un Segelin y me sentí un desgraciado, un cómplice, un pobre tipo y fue allí que el angelito me clavó una daga en el pecho: "Gracias!", me tiró.
Gracias, entendés Mimí!! Gracias!!!
Hoy se murió un payaso. No tenemos perdón de Dios!
Eduardo Torre
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