Plaja, el secretario de Gardel

 La Bisbal del Ampurdán duerme.

Cataluña guarda en sus entrañas, un monstruo.

Sus manos se han derretido y dos muñones con forma de pera han quedado como extremidades superiores. Sus ojos son cuevas por donde uno intenta asomarse al abismo de lo que  ha devorado la  bestia.

 Todo en él remite a un fuego infernal. Su rostro abominable y su cuerpo son testimonio de un hecho trágico, terrible y traumático. En el pueblo lo conocen como Joe, el secretario de Gardel.

El 21 de diciembre de 1951, José Plaja supo que otro accidente lo había colocado en el centro de la escena. José María "el indio" Aguilar muere atropellado en las inmediaciones de la Plaza Flores intentando alcanzar un taxi. Otra vez, la tragedia y nuevamente, los llamados de diarios, revistas, emisoras de radio y  TV buscando obtener el testimonio del último sobreviviente del desastre aéreo de Medellín.

Joe no quiere hablar. Por qué volver al fuego? Por qué contar lo que ocurrió esa mañana y revivir a Riverol y su terrible agonía; o a Aguilar rescatando lo que podía del avión envuelto en un saco; o la mirada atónita de 25 mil personas que no sabían  que hacer frente al infierno?

Por qué contar que cada año el hombre que apagó las llamas de su cuerpo  con un matafuegos, lo llama desde Colombia para saber como se encuentra? 

Por qué desmentir una y mil veces la locura  del tiro y la pelea abordo?

Por qué hablar de los 11 tambores, la impericia de Samper Mendoza y el miedo a volar del zorzal?

La ansiedad tuvo que esperar casi 30 años para que la caja negra se abriera.

En 1980, José se decide a narrar y les cuenta  a los periodistas, en primera persona, todo lo que ya saben.  Detalle por detalle describe la previa, la gira, las filmaciones donde participó. Habla de Lepera, Barbieri, Riverol, Aguilar; Corpas Moreno y obviamente, de Carlitos.

Todo lo que se sabe de ese 24 de junio de 1935, lo cuenta  en la entrevista con una calidad asombrosa. Tan bien lo hace que el reportero se va contento. 

Hábil, el comerciante catalán, les hace  el cuento.

De joven les había vendido corcho español a los yanquis y hasta pistolas. Atravesó la Ley Seca en Nueva York haciendo ginebra en su bañera con alcohol que conseguía del hospital. Lo de engañar a la prensa, entonces,  es pan comido para el catalán.

Pero donde pisa el palito es en las fotos. Había acordado que no le sacaran ninguna. No quería aparecer como estaba. No hubo caso. La noticia fue el monstruo. Algunos pensarán que fue  win- win, yo creo que perdieron todos.

El 9 de septiembre de 1982, la tragedia de Medellín se queda sin sobrevivientes. Plaja se va  a encontrar con su vida y su gente, 47 años después. La tripulación lo recibe de pie y con aplausos. José le  había vendido al mundo su monstruosidad a cambió del silencio. El Mudo dicen que escupió el Chicle que le había dado Aguilar, se sacó los algodones del oído y le dijo con su sonrisa eterna: "Che, Plaja, donde te metiste ?? Pensábamos que te habías muerto...

La risa de Barbieri lo hizo tentar a Carlitos. 

Miró a la cabina y gritó: Arriba, Samper! Panamá espera.



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