Rey Momo
El rey ha perdido la razón.
Habla solo y gesticula en forma inconexa con su lenguaje.
Habita en la penumbra y manda cubrir los espejos.
Teme a las papas y al recuerdo.
La autoridad máxima no sabe contar hasta 30 mil y se le mueren los súbditos vencidos por los mosquitos como el último de la estirpe en Macondo, víctima de las hormigas.
La sangre boba domina la escena. La revancha de los desangelados parece conducirnos a una inevitable revolución donde el pueblo manso y pastoril se volverá un infierno como el perro que se ha vuelto salvaje de hambre, golpes o abandono.
El rey está desnudo, el final se precipita. Sólo el pueblo salvará al pueblo. Las consecuencias serán definitivas. Ya nada será igual.
La perinola dará vueltas en la tierra un tiempo y, finalmente, todos perderemos.
En un par de años, la historia volverá a recomenzar. Otro pueblo, otros dirigentes, el mismo engaño.
Alguien dirá: "Solo el pueblo salvará al pueblo" y los condenados volverán a repetir el único acto de dignidad posible. El mundo será justo un día. Sólo uno, y entonces, será carnaval.
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