SAN CAYETANO

 Bajé del 34 dos cuadras antes de la terminal porque la calle estaba cortada. Caminé por  Gana buscando llegar al puente que cruza sobre las vías del Sarmiento para alcanzar Rivadavia, y así, seguir camino rumbo a Ramos Mejía.

En la esquina me topé con una imagen de la Virgen. Estaba hermosa, radiante, luminosa diría... fuera de contexto.  No sé si se entiende?

El almanaque cuenta que es 7 de agosto; la religiosidad popular, que es San Cayetano.

Todos los fieles saben que es el patrono del trabajo y que cuando falta el pan y el laburo hay que ir a prenderle una vela al Quía o simplemente, ir a rezarle para que un milagro alumbre la casa de los pobres.

Del otro lado del puente, la calle estaba cortada con pancartas, banderas y también, reclamos sindicales. El eje de la resistencia debió replegarse al único lugar abierto para los que sufren. 

Cuenta la voz popular que Dios aprieta pero no ahorca. Debe ser por eso que nos dio un Papa argentino, un Arzobizpo soñado y un conjunto de curas que se pusieron a un pueblo al hombro. Paco Olveira, De la Serna, Toto de Vedia y siguen las firmas.

Mi pueblo sufre y aguanta. Hace años renunció a creer en otra cosa que no sea su propia fe. Hoy pareciera ser más fácil obtener un milagro individual que ser beneficiario de un derecho colectivo de parte de un gobierno.

Así es que este pueblo golpeado, hundido y humillado se sostiene de pie abrazado al poste de su última bandera, Dios.

Conmueve tanto amor. Duele, yo diría, tanta indiferencia. 

La fe es lo último que se pierde. Estamos en eso....en la última barrera. Ojalá que los que mandan se den cuenta porque el día que esa bandera caiga, no habrá Dios que los salve...

Paz, pan y trabajo. No es tan difícil, si hubiera corazón donde no hay absolutamente nada.

El hambre es una bomba en tiempo de descuento...



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